Hágase mi voluntad de Vicky Nizri
Hágase mi voluntad
Hoy la gente opina en México. Se entromete. Algunos jóvenes idealistas y otros ya no tan jóvenes, más bien rancios defienden causas que desconocen de fondo. Dan sentido a su tediosa existencia manifestándose frente a la Embajada Israelí, según, en pro de la paz y en contra de la injusticia y el abuso. No que en su país falten motivos para protestar. Pero, al parecer, el asesinato persistente de mujeres en ciudad Juárez, las balaceras en prácticamente todos los estados de la república, los secuestros, la corrupción policíaca, no parecen ser razón suficientemente apetitosa como lo es levantar el índice y acusar al pueblo judío. Qué sospechoso. Parecería que te alivia pensar que Israel podría ser tan criminal como cualquier otro país del mundo. O mejor dicho, no toleras la idea de saber que la ética del pueblo judío rebasa o supera la de muchos países incluyendo el tuyo.
Dicen que un rasgo de inteligencia es saber lo que no se sabe. Tú no sabes de misiles, de bombas, de guerra. Tú no sabes de pueblos que utilizan a sus hijos como escudo, no sabes de poner arsenales bajo hospitales, iglesias, escuelas. Tú no sabes de religiones que santifican la muerte y mandan al paraíso a sus terroristas a esos que tú aparentemente ingenuo insistes en llamar militantes.
Tú, el que ha ido a entrometer su opinión sesgada y perniciosa defendiendo la causa homicida, el que lava su conciencia ensuciando a otros, tú, que no te subes a una combi porque apesta, porque asaltan, porque va llena de miserables que salivan, cuchillo en mano, por tu jugosa cartera, hoy protestas por los crímenes que según tu infinita ignorancia cometen los judíos. Antigua técnica ésa de condenar a la víctima. Tú, desde el confort de tu casa, tus sirvientas, tu chofer, predicas con valeroso ejemplo, aconsejas desinteresadamente a los israelíes, qué es lo que deben hacer con sus colindantes suicidas, (hágase mi voluntad en las vacas del vecino). Tú, que no soportarías siquiera que tu vecino arrojara su basura frente a tu casa de San Ángel, de Coyoacán, de la Condesa, o que te pintara graffiti en la barda. Tú le sugieres al gobierno israelí que modere sus ataques contra los inocentes hombres bomba, que les arrojen piedras mientras sus ejecutores lanzan misiles contra jardines de niños, autobuses públicos. Tú, que sacarías la pistola si alguien osara acercarse a uno de tus hijos, o rallase la pintura de tus autos, o agandayara tu lugar en el estacionamiento de la Cineteca, tú te atreves aconsejarle a Israel que dialogue, que convenza a los palestinos para que lo reconozcan, que les ceda otro pedacito de su territorio.
¿Ya dialogaste tú con secuestradores, mocha orejas, con los narcos? No, tú tiemblas. Te horrorizas ante la amenaza de que esos animales andan sueltos por las calles de México y por las noches te sacude la idea de pensar que tus hijos no han llegado a casa. ¿Cómo te atreves tú a opinar qué es lo que deben hacer los judíos con los verdugos de sus civiles?
Porqué mejor no te ocupas de lo que sí entiendes. Tú sí entiendes de los abusos y mamarrachadas de tus políticos. Tú sí entiendes de la degradación social de México, tú sí entiendes de dar mordidas y de corromper al que sea con tal de obtener un beneficio personal, una licencia, evitar el servicio militar de tu hijo, evadir un impuesto, impedir que te levanten una multa por pasarte el alto o simplemente comprar falluca en los mercados sobre ruedas. Sabes muy bien que México se desmorona entre tus manos y que tú, como cualquier otro mexicano es responsable de lo que le sucede al país. Por qué mejor no sales a protestar por las injusticias que se cometen en México o mejor aún, por qué no convocas a tu grupo, ese mismo que llamaste para manifestarse frente a la embajada de Israel, a dialogar con tus narcos, tus secuestradores, tus gobernantes corruptos Convéncelos de hacer una tregua, negocia con ellos, ofréceles un pedacito de tu casa de Coyoacán, uno de tus terrenos en Cuernavaca, Tepoztlán, Acapulco, ok, ok, entiendo, eso duele, bueno, pues ofréceles Chapulterpec, divídete con ellos el Centro Histórico, Teotihuacán, Palenque. Cuando hayas logrado convencerlos, entonces sí, manifiéstate frente a la Embajada de Israel y dales una clasecita.
V.N.
Enero 2009
Hoy la gente opina en México. Se entromete. Algunos jóvenes idealistas y otros ya no tan jóvenes, más bien rancios defienden causas que desconocen de fondo. Dan sentido a su tediosa existencia manifestándose frente a la Embajada Israelí, según, en pro de la paz y en contra de la injusticia y el abuso. No que en su país falten motivos para protestar. Pero, al parecer, el asesinato persistente de mujeres en ciudad Juárez, las balaceras en prácticamente todos los estados de la república, los secuestros, la corrupción policíaca, no parecen ser razón suficientemente apetitosa como lo es levantar el índice y acusar al pueblo judío. Qué sospechoso. Parecería que te alivia pensar que Israel podría ser tan criminal como cualquier otro país del mundo. O mejor dicho, no toleras la idea de saber que la ética del pueblo judío rebasa o supera la de muchos países incluyendo el tuyo.
Dicen que un rasgo de inteligencia es saber lo que no se sabe. Tú no sabes de misiles, de bombas, de guerra. Tú no sabes de pueblos que utilizan a sus hijos como escudo, no sabes de poner arsenales bajo hospitales, iglesias, escuelas. Tú no sabes de religiones que santifican la muerte y mandan al paraíso a sus terroristas a esos que tú aparentemente ingenuo insistes en llamar militantes.
Tú, el que ha ido a entrometer su opinión sesgada y perniciosa defendiendo la causa homicida, el que lava su conciencia ensuciando a otros, tú, que no te subes a una combi porque apesta, porque asaltan, porque va llena de miserables que salivan, cuchillo en mano, por tu jugosa cartera, hoy protestas por los crímenes que según tu infinita ignorancia cometen los judíos. Antigua técnica ésa de condenar a la víctima. Tú, desde el confort de tu casa, tus sirvientas, tu chofer, predicas con valeroso ejemplo, aconsejas desinteresadamente a los israelíes, qué es lo que deben hacer con sus colindantes suicidas, (hágase mi voluntad en las vacas del vecino). Tú, que no soportarías siquiera que tu vecino arrojara su basura frente a tu casa de San Ángel, de Coyoacán, de la Condesa, o que te pintara graffiti en la barda. Tú le sugieres al gobierno israelí que modere sus ataques contra los inocentes hombres bomba, que les arrojen piedras mientras sus ejecutores lanzan misiles contra jardines de niños, autobuses públicos. Tú, que sacarías la pistola si alguien osara acercarse a uno de tus hijos, o rallase la pintura de tus autos, o agandayara tu lugar en el estacionamiento de la Cineteca, tú te atreves aconsejarle a Israel que dialogue, que convenza a los palestinos para que lo reconozcan, que les ceda otro pedacito de su territorio.
¿Ya dialogaste tú con secuestradores, mocha orejas, con los narcos? No, tú tiemblas. Te horrorizas ante la amenaza de que esos animales andan sueltos por las calles de México y por las noches te sacude la idea de pensar que tus hijos no han llegado a casa. ¿Cómo te atreves tú a opinar qué es lo que deben hacer los judíos con los verdugos de sus civiles?
Porqué mejor no te ocupas de lo que sí entiendes. Tú sí entiendes de los abusos y mamarrachadas de tus políticos. Tú sí entiendes de la degradación social de México, tú sí entiendes de dar mordidas y de corromper al que sea con tal de obtener un beneficio personal, una licencia, evitar el servicio militar de tu hijo, evadir un impuesto, impedir que te levanten una multa por pasarte el alto o simplemente comprar falluca en los mercados sobre ruedas. Sabes muy bien que México se desmorona entre tus manos y que tú, como cualquier otro mexicano es responsable de lo que le sucede al país. Por qué mejor no sales a protestar por las injusticias que se cometen en México o mejor aún, por qué no convocas a tu grupo, ese mismo que llamaste para manifestarse frente a la embajada de Israel, a dialogar con tus narcos, tus secuestradores, tus gobernantes corruptos Convéncelos de hacer una tregua, negocia con ellos, ofréceles un pedacito de tu casa de Coyoacán, uno de tus terrenos en Cuernavaca, Tepoztlán, Acapulco, ok, ok, entiendo, eso duele, bueno, pues ofréceles Chapulterpec, divídete con ellos el Centro Histórico, Teotihuacán, Palenque. Cuando hayas logrado convencerlos, entonces sí, manifiéstate frente a la Embajada de Israel y dales una clasecita.
V.N.
Enero 2009